U. E. Colegio Los Pirineos Don Bosco
Enzo nació en Italia, en un pueblo pequeño de la campiña italiana llamado Canda el día 07 de noviembre del año 1938, en medio de un clima mundial muy poco optimista y prometedor. España en plena guerra civil, Alemania e Italia sometidas a una férrea dictadura nazista o fascista, y los otros pueblos de Europa comprometidos en la defensa de la libertad y la democracia pero imponentes para tal empresa ante el poderío bélico de los ejércitos de Hitler.
Su primera infancia la vive en medio del terror de una segunda guerra mundial que tiene a Italia, su país, como uno de los centros neurálgicos del conflicto. Hay hambre, hay carestía de alimentos y los pocos que hay son insuficientes para los soldados, por tanto el pueblo tiene que dedicarse al contrabando o a esconder los productos agrícolas que se cosechan en sus campos, lo que es un terrible delito. Con este ambiente sus padres con un grupo familiar de 13 hermanos, aunque para este momento sólo con cuatro, tienen que hacer todos los días milagros para multiplicar los panes y los peces, o la polenta y el salami para poder alimentar a los niños.
Terminada la guerra en el año 1945 con media Italia en ruinas, comienza la reconstrucción del país y la reconstrucción de los hogares, de las familias, de los pueblos y ciudades, divididos y enfrentados por la anterior ideología que había sembrado el odio y la venganza entre hermanos y vecinos. En este ambiente de reconciliación se forma lo conciencia ciudadana y cívica de Enzo y que después le llevará a asumir la educación como la gran empresa de la formación de ciudadanos libres y comprometidos con la comunidad, más allá de los intereses pequeños y egoístas de cada individuo.
Como las bocas alrededor de la mesa eran muchas y las viandas pocas, Enzo tiene que comenzar a trabajar para aportar su granito de arena a la vianda familiar. Ayuda a su papá en las faenas agrícolas del campesino italiano, cargando grandes costales de trigo, faenando en la siembra y la cosecha de cereales en medio de los contrastes climáticos más duros de la vieja Europa: frío en la siembra y terribles calores en la cosecha.
Para realizar sus estudios tiene que saber compaginar trabajo de ayuda a los papás con tareas de la escuela, exámenes y escasez de recursos: no hay cuadernos, no hay libros, son escasos los lápices… Había que estirar lo poco para que alcanzara a mucho y a muchos, para todos los hermanos. Así, en medio de estos sacrificios, va desarrollando su brillante inteligencia orientado por los corazones comprensivos de los hijos de Don Bosco e iluminado por sus orientaciones pedagógicas. Esta cercanía a Don Bosco a través de las enseñanzas de sus discípulos, le lleva a comprometerse con ellos y decidirse por abrazar su estilo de vida. Se consagra al servicio de Dios a través de la vocación educativa propia de los sacerdotes salesianos.
Siendo un adolescente que comienza a estrenar su juventud y siguiendo el camino de Don Bosco, se embarca para Venezuela. Atrás deja padres y hermanos, algunos pequeñitos otros por nacer. Ha comenzado la gran aventura de su vida: Educar a la juventud de Venezuela.
Para realizar esta tarea nada mejor que vivir su juventud en la propia Venezuela y mezclado entre los jóvenes venezolanos. Realiza sus estudios de filosofía, noviciado, inicios de teología, su año de experiencia educativa entre los jóvenes del colegio salesiano de Táriba y parte para Turín donde realiza sus estudios de teología y se ordena de sacerdote.
De vuelta en Venezuela se dedica a tiempo completo a la educación en los distintos centros educativos de los salesianos: Táriba, Mérida, Valera, Caracas…, su campo de acción abarca toda una gama de alumnos de estos colegios: niños pobres, de clase media, jóvenes de los barrios, de las urbanizaciones, criollos e indígenas… Es tal su capacidad y eficiencia que le asignan grandes responsabilidades dentro de la congregación religiosa: Director de varios colegios, Coordinador Nacional de los colegios salesianos de Venezuela.
Estando en esta última función en Sarría, Caracas, y después de muchos momentos de reflexión sobre su vida y destino, fenómeno muy común entre los religiosos de la posguerra europea que habían sido conmocionados por las ideas innovadoras del concilio vaticano II, decide retirarse de la congregación para iniciar y practicar su propia experiencia educativa.
Estando en Mérida en funciones de profesor de la Universidad de Los Andes tiene ocasión de venir a San Cristóbal de visita a su hermano Guerrino quien está realizando el bautizo de su hija María Teresa. En esta celebración conoce al Sr. Renato Marcuzzi y se inicia la planificación y organización del futuro colegio Don Bosco de San Cristóbal. De esta forma ve cumplida la posibilidad de dar cauce a su promesa a un anciano compañero sacerdote que había fallecido en el colegio de Táriba, el P. Affanni: “prométeme que harás todo lo posible para que no desaparezca la presencia educativa de Don Bosco en el Táchira”.
Después de varios años al frente del Don Bosco, los años decisivos y que marcaron la imagen y el derrotero del colegio, su identidad al estilo Don Bosco, la enfermedad le visitó de forma prematura y, cuando todavía en carpeta estaban los proyectos de la escuela popular Don Bosco y los Planes del Proyecto de Universidad Don Bosco, tuvo que alejarse de nosotros en compañía de su fiel y entregada esposa la Lcda. Mirna Herrera de Guariento hacia el oriente donde pasar los últimos años y reponerse. Pero la enfermedad no tenía recuperación posible y hemos visto extinguirse su vida como un cirio ofrecido a María Auxiliadora a favor de los niños y jóvenes de su colegio Don Bosco de San Cristóbal.
En Píritu, otro pequeño pueblo, pero esta vez de Anzoátegui, en Venezuela, Enzo hizo su última travesía, hacia el Padre, ayudado en el amor y compañía de su esposa e hijos, quienes sufrían por su partida al tiempo que se alegraban por la llegada a la casa de Dios en la que desde toda la eternidad los ángeles le habían preparado su morada. Su partida fue el día 13 de noviembre de 2004.